Sentado cómodamente
en la terraza uno contempla
tranquilo
en
una
mecedora
idéntico paisaje
los viejos montes.
Esa encantadora antigua fotografía
de primera comunión
con mi gorra de marinero
y
ese
inacabable rostro
de
niño bueno.
Uno ama cada
instante de ese cielo tan celeste
y
hermoso.
Joaquín Lobato, Aquellos ojos verdes, 2003
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